La Voz de Galicia (Edición Vigo)

Nin pesetas, nin euros: Peinadores

02/06/2013

LA BUJÍA DEL DOMINGO Por Eduardo Rolland

Ni peseta ni euro: peinadores

Mondariz-Balneario acuñó durante décadas su propia moneda que llegó a aceptarse en comercios de Vigo

 

Si el euro se tambalea, no hay razón para volver a la peseta. Vigo y su área metropolitana podría regresar al peinador. El diccionario de la Real Academia define la palabra como la «prenda o lienzo que se ajusta al cuello para proteger el vestido de quien se peina o afeita». Así que no sería muy práctico ir por la vida pagando con sábanas de barbero, por más que al dinero lo llamemos tela. O que los billetes de dólar estén fabricados en fibra de algodón y no en papel.

Pero el peinador, como forma de pago, no es un lienzo con forma de babero. Sino una moneda de curso legal durante varias décadas, entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX. Se utilizaba como divisa en el balneario y Gran Hotel de Mondariz.  Y tenía tan buen crédito que incluso se aceptaba en comercios de Vigo, con toda naturalidad. La invención de esta moneda fue una genialidad más entre las muchas de la familia impulsora del balneario de Mondariz. Fue el médico Enrique Peinador Vela quien descubrió la fuente de A Gándara y, junto a su hermano Ramón, fundó el hotel. Y fue la siguiente generación, representada por Enrique Peinador Lines, la que avanzó en lo nunca visto. Peinador Lines, empresario, filántropo y galleguista, llevó a Mondariz a su máxima prosperidad. Soñó una línea tranviaria que comunicase con Vigo. Y acogió a lo más granado de la alta sociedad, al tiempo que financiaba reuniones de la Real Academia Galega o patrocinaba a destacados intelectuales, como Castelao, que es el autor del dibujo de la marca de aguas, con un hombre con chaqué abrazando una botella.

Así que, entre las grandes ideas de los Peinador, un día llegó la de acuñar moneda propia. Y lograron mantenerla durante décadas. El diseño incluye una letra eme inscrita en un sol de 48 rayos. En el anverso aparece el valor facial de la moneda. Sin embargo, hay múltiples variedades en sucesivas acuñaciones. Y, también, valores diversos. Las hay en pesetas, pero también en reales, lo que resulta curioso porque esta unidad monetaria había desaparecido mucho antes, en 1868. Los coleccionistas de peinadores, que los hay, creen que el valor en reales respondía al habla coloquial de la época.

Y que la moneda de 10 reales equivale a medio duro, esto es, 2,5 pesetas. Mientras que la que aparece con la inscripción 4 reales equivalía a 1 peseta. Había en el Gran Hotel una oficina de cambios donde los huéspedes podían adquirir las monedas. Dentro de las fronteras del balneario, los peinadores cotizaban con cualquier divisa. También, con los dólares del hombre más rico del mundo, John Rockefeller III, que visitó Mondariz en 1929. El peinador era la moneda aceptada en todo el recinto. Y es probable que un dinero que parecía de juguete hiciese más alegre el gasto de los huéspedes. Y en Mondariz había donde gastar. Porque en temporada alta, sobre todo en verano, las mejores boutiques de Vigo y de Pontevedra se desplazaban al balneario, alquilando lo que hoy llamamos un córner, un pequeño puesto con sus productos. Se dice que el más lujoso era el de La Villa de París, emblemático comercio de la Porta do Sol. Cuando los huéspedes salían en coche a pasar el día en Vigo, muchos llevaban sus peinadores en el bolsillo. Y cuentan que, en muchas tiendas y hoteles de la ciudad se aceptaba esta moneda sin problemas. Hoy podemos encontrar peinadores en tiendas de numismática y también en los portales de coleccionismo. Por uno de 30 ct. se pagan ahora unos 20 euros.

Escribió la Pardo Bazán: «Si deseáis conocer, sorprender en su vida diaria a los escritores españoles de renombre, a los políticos de talla: a Mondariz. Por allí han desfilado en pocos años lo escogido de la inteligencia española. Sobre el surtidor de estos manantiales podría escribirse: Aquí se curan los estragos del pensamiento y los daños de la civilización». Porque hubo un tiempo en que Mondariz fue una pequeña capital del mundo con moneda propia. Así que, cuando el euro colapse definitivamente, y debamos volver a una divisa local, hay alternativa. Volvamos a una divisa refugio, tranquila y plácida como un balneario: el peinador.